Veinte Años de Formación Jurídica en Acción: El Legado del Centro de Práctica Jurídica de la FMO
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El Centro de Práctica Jurídica de la FMO cumple dos décadas formando abogados con experiencia real en tribunales y casos procesales, desde su fundación en 2005, ha sido pilar fundamental en la formación profesional de generaciones de estudiantes
El 22 de agosto de 2005 no fue solo un día cualquiera en la Facultad Multidisciplinaria Oriental, fue el nacimiento de algo que, aunque parecía pequeño, tenía grandes intenciones: el Centro de Práctica Jurídica. Todo empezó con una idea sencilla, pero profunda: si los futuros médicos aprenden en hospitales, ¿por qué los futuros abogados no podían hacerlo en tribunales, con casos reales y bajo acompañamiento? Esa pregunta la llevaron adelante el Rector de la Universidad de El Salvador en ese momento y el Rector Académico, ingeniero Machuca, quienes impulsaron la creación de estos centros en todo el país según convenio suscrito con la Corte Suprema de Justicia. Y así, en San Miguel, nació el suyo.
El encargado de abrir camino fue el licenciado Rafael Antonio Andrade, quien asumió la coordinación desde el primer día. Su paso fue breve, hasta diciembre del año 2008, pero dejó una gran semilla. Y fue en ese momento cuando todo pudo haberse detenido, pero no lo hizo. La Junta Directiva de la FMO tomó una decisión que marcaría los próximos diecisiete años: nombrar como nueva coordinadora a la licenciada Irma de la Paz Rivera Valencia. Desde entonces, ella no solo ha estado al frente, sino que ha sido el eje, el pulso constante de un proyecto que, con el tiempo, se convirtió en una institución dentro de la institución.
Hoy, el Centro sigue funcionando con solo tres personas: la licenciada Rivera, el licenciado Juan Antonio Buruca García y el licenciado Antonio Enrique Argueta Nolasco. “Somos solo tres”, menciono el licenciado Buruca, “pero con una responsabilidad enorme”. Y no exagera. Detrás de ellos no hay un equipo grande, ni recursos ilimitados, sino vocación, constancia y el firme propósito de formar abogados que no solo sepan la ley, sino que sepan usarla.
Aquí, los estudiantes no copian apuntes ni memorizan sentencias. Desde el primer día, entran de lleno: redactan demandas, contestan procesos, defienden en casos reales. Se les asignan seis expedientes cada uno, en áreas como derecho laboral, familiar, penal, civil, tránsito o penitenciario. Cada caso lo llevan desde el inicio hasta el final: redactan, presentan escritos, retiran documentos, acompañan a audiencias. Todo bajo supervisión, todo con orden, todo con sentido. Cada expediente queda debidamente foliado, archivado, revisado. Nada se deja al azar. Y todo esto, además, está sujeto a supervisión de la Corte Suprema de Justicia, que cada cierto tiempo revisa el trabajo y valida el proceso.
El resultado no se ha hecho esperar. Muchos de los que pasaron por aquí en el área de "Procuración" hoy son abogados con oficina propia, jueces, notarios, empleados judiciales. “Muchos nos agradecen”, cuenta el licenciado Juan Antonio Buruca con una sonrisa contenida. “Porque saben que aquí no solo aprendieron leyes, sino a ejercer la abogacía con responsabilidad y ética”. Y no es poca cosa: la certificación que reciben al final es un requisito obligatorio para que la Sección de Investigación Profesional de la Corte les autorice el ejercicio profesional. Sin este paso, no pueden ejercer como abogados. Aquí no se juega.
Pero no todo ha sido constancia y crecimiento. En los últimos años, algo ha cambiado. Mientras antes llegaban grupos de 30 o 40 estudiantes, hoy apenas entran 5 o 6. Algunos semestres, 10. “Antes veíamos colas de inscripción”, recuerda el licenciado Buruca. Ahora, muchos prefieren el área de "apoyo a instituciones, tribunales y dependencias de la Corte" conocida como adenda: seis meses en un tribunal, haciendo labores administrativas, digitando sentencias, archivando. Es más cómodo, más rápido. Pero, según quienes están aquí día a día, la satisfacción de cada practicante es invaluable. “En la adenda, el estudiante no redacta, no asume casos, no aprende a defender”, dice con firmeza. “Aquí, en cambio, el aprendizaje es hacer, no solo observar”. Y esa diferencia, aunque no se vea desde afuera, pesa. Porque aquí no se trata de cumplir un requisito, sino de vivir la abogacía desde adentro. Pese a todo, el Centro sigue. La licenciada Rivera sigue coordinando, sigue planificando las jornadas de capacitación, autorizando expedientes, y al final dando paso a la memoria de labores de cada practicante. Los asesores siguen acompañando a cada nuevo grupo, con la misma dedicación de siempre. “Este no es un trámite”, menciona el licenciado Buruca. “Es una formación que deja huella”.
A veinte años de aquel 22 de agosto, el Centro de Práctica Jurídica de la FMO no celebra solo una fecha. Celebra una historia hecha de esfuerzo silencioso, de formación verdadera, de personas que apostaron por la práctica real. Y aunque el camino hoy sea más estrecho, la convicción sigue intacta: formar abogados no es llenar aulas. Es acompañarlos a defender, a escribir, a equivocarse, a aprender. Y eso, aquí, nunca ha dejado de pasar y ejercer en función social.
Con la finalidad de conocer el proceso de producción de la tilapia del Nilo Oreochromis niloticus, el grupo de estudiantes de la Licenciatura en Biología, de la Facultad Multidisciplinaria Oriental, de la Universidad de El Salvador, que cursa Acuicultura General, realizaron una visita técnica a la empresa Aqua Marina S. A de CV en Santa Bárbara, Chalatenango.
En un esfuerzo por fomentar el aprendizaje colaborativo y fortalecer las habilidades lingüísticas, estudiantes de diferentes carreras que cursan la asignatura de Inglés I participaron en la actividad "Language Exchange". Esta innovadora iniciativa fue organizada por la Licda. Nathalie Flores, docente de la materia en la Facultad Multidisciplinaria Oriental.